
No hay que jurar amar para siempre
Aunque estemos envueltas en este “romántico” sentimental, emocional y novelístico y tengamos un “para siempre” a flor de labios, no debemos olvidar que es un deseo armado por la cultura parejilfamilista (la simbiótica media naranja) y que la vida nunca es estática, que vivirla es estar en constante movimiento, a pesar de que nos esforcemos por estacionarla (la familia). Por eso, cuando se nos escape el juramento “Te amaré para siempre”, agreguemos prontamente: “sólo por un rato”.
La Ruptura
Todo lo que empieza tiene un término… menos mal. Y entonces llega la Ruptura que es una ordinaria. Viste de drama, siempre maltrajeada, y mira con desconfianza. La que abandona se queda con el poder… y quien tiene poder lo usa y abusa. Como desea que la sigan queriendo, no deja que la otra (la abandonada) se desprenda totalmente. Todas queremos que nos quieran y damos señales ambiguas y confusas, dobles mensajes...
Julia, quiero que sea feliz. Margarita Pisano